La fuerza latina, en gran parte mexicana, mueve la industria lechera de Estados Unidos.
Un claro ejemplo lo tenemos en Wisconsin -the Dairyland- donde Rosario Ibarra tiene medio centenar de trabajadores a su cargo y mas del 90% provienen de Latinoamérica. En el rancho se habla español. Un mínimo de trabajadores tiene suficiente inglés para sostener una conversación.
Pero además del idioma, otras características definen el perfil de esta mano de obra hispana esencial para que la industria lechera, que nunca puede parar, funcione.
Escuchemos a la gerente de Grotegut Farms quien engrosa el grupo de migrantes que encontraron todo lo necesario para desarrollarse en su vida profesional y personal en el vecino país del norte.