El Ministerio de Agricultura holandés subvenciona desde 2019 la clausura voluntaria de granjas de diversos tamaños cercanas a zonas pobladas para evitar las molestias de los olores. El nuevo Gobierno que tomó posesión a inicios del 2022 incluyó un Ministerio de la Naturaleza y el Nitrógeno, integrado dentro del Ministerio de Agricultura y encargado de la reducción de las emisiones de todo el sector ganadero nacional.

Con casi 11,4 millones de cabezas en 2021, la cabaña porcina es de gran importancia económica para Holanda. Las granjas porcinas han ido reduciendo su número en los últimos años debido a las jubilaciones de sus dueños, cierres por el olor y el aumento de las exigencias de sostenibilidad. En el año 2000 había 14.520, mientras que en 2020 la cifra era de 3.600. Sin embargo, se ha producido una mayor concentración de animales en cada una: si en 2011 eran 1.900 cerdos por granja, en 2021 eran 3.400, según las estadísticas oficiales. El número de cabezas se ha mantenido estable en la última década, con unos 12 millones de animales en un país de 17,4 millones de habitantes.

Desde el punto de vista técnico, en Países Bajos se entiende por macrogranja la que tiene más de 7.500 lechones criados para engorda, o bien más de 1.200 cerdas reproductoras. El plan de Agricultura para combatir el olor de las explotaciones porcinas contempla la clausura permanente, así como el desmantelamiento de las instalaciones cuyos dueños estén dispuestos a hacerlo por este motivo.

La Organización de Productores de Porcino dice que el acuerdo de la coalición de Gobierno señala que entre un 20% y un 30% serán compradas en los próximos 14 años para devolver ese espacio a la naturaleza, dedicarlo a la construcción de viviendas o bien a la agricultura”. Sus portavoces señalan que “no se sabe en este momento qué efecto tendrá para la ganadería porcina al margen de los cierres voluntarios”.

El programa, elaborado por el propio sector para ser más sostenible, presenta varios retos. Entre ellos, el cuidado del entorno, situarse en el centro de una economía circular, contribuir a la transición energética y criar animales sanos en granjas respetuosas con su bienestar. En el organismo añaden que los porcicultores que cierran suelen ser mayores y se jubilan. Concluyen apuntando que los planes anunciados en el pacto de gobierno prometen una mejora económica, y en el seno de la organización de productores surgen las preguntas sobre cómo lo logrará.

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