Una gratificante historia donde se entrelazan situaciones aparentemente no relacionadas y crean una experiencia satisfactoria basada en acciones tangibles para ayudar a los demás.

Todo comienza a mediados del siglo III de nuestra era con el nacimiento de San Antonio Abad o San Antón, como algunos le llaman. Este personaje tuvo una vida muy especial convirtiéndose en uno los primeros ermitaños alejados de todo y de todos.

Las imágenes de los pintores lo acompañan casi siempre de un cerdo y dependiendo del momento de la obra, el animal representaba la impureza y el estar a los pies del santo mostraba que había sido vencida. En otras ocasiones el significado es más agradable a ojos de quienes apreciamos a los porcinos y su presencia significa la protección qué San Antonio le brindó a los marranitos y por extensión a otros animales. Se cuenta que después de haber atendido las heridas y aliviar la sed y hambre de un cerdo que estaba en condiciones deplorables, el animal lo siguió y fue su compañía por mucho tiempo.

San Antonio trasciende a través de los siglos convirtiéndose en el patrón y en el santo milagroso de muchas personas y grupos. Destaca la orden de los antonitas, frailes franceses que en el siglo XI se pusieron bajo la protección del santo y para ayudar a pobres y enfermos y darles un alimento de calidad, criaban cerdos a los que les ponían una campanilla qué tintineaba en sus cuellos y vagando por las calles y terrenos comunes los vecinos los alimentaban y los cuidaban.

Estas circunstancias hicieron que con el tiempo San Antonio tomara el patronazgo de los productores de cerdos, carniceros y otros oficios relacionados con la matanza y procesamiento de porcinos. De todo esto se derivaron varias festividades y actividades dónde se combinan el cerdo y sus productos con el desprendimiento de los bienes materiales, la caridad y el apoyo a los desprotegidos.

Ya ubicándonos en nuestros tiempos y en nuestras coordenadas geográficas, algunos meses atrás la OPORMEX celebró un evento donde contó con la grandiosa participación del especialista en economía agrícola de ascendencia italiana y reconocimiento mundial Dennis DiPietre.  Concluido el compromiso el Dr. DiPietre fue contactado por la organización de productores mexicanos para cubrirle los honorarios pactados. Dennis, en un gesto de gran generosidad, donó el recurso a la OPORMEX para sumarlo a la realización de una dinámica junto con el Banco de alimentos de Guadalajara, consistente en donar carne de cerdo a sectores más vulnerables de la población de la “Perla Tapatía”. La OPORMEX  se comprometió a aportar la misma cantidad de carne de cerdo que el donativo pudiera adquirir.  De esta manera se consiguió realizar un evento donde hubo gran alegría por parte de los beneficiados que vieron enriquecida las despensas recibidas con la proteína animal de calidad proveniente de la carne de cerdo. Enviadas las fotografías y la relatoría de la experiencia a Dennis le resultó tan gratificante el ver lo que su aporte había contribuido que unilateralmente adquirió el compromiso de seguir donando los ingresos de sus conferencias impartidas en el extranjero a la OPORMEX para dinámicas benefactoras similares. En alusión a unos mercados para apoyar a la gente necesitada en Italia que así se denominan, se comenzó a trabajar en este “Depósito de San Antonio” que a la fecha ha tenido ya dos exitosas entregas de carne de cerdo.

Hasta el momento se ha realizado en el área urbana de Guadalajara pero se pretende llevarlo a otras ciudades y estados esperando qué otras organizaciones, empresas y personas se sumen y así el alcance del Depósito de San Antonio vaya creciendo.

Una bonita historia de la cual nos dará gusto seguir contando nuevos episodios.

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